Un día feliz

 



Pocas cosas me emocionan tanto al grado de acabar llorando como hoy. Me encantan las calabazas por su gran variedad, color y sabor; cuando  anduve por Oaxaca y Xalapa probé las quesadillas de flor de calabaza y desde entonces son uno de mis manjares favoritos.

Aprendí de mi mamá a hacer el dulce de calabaza para finados que hacía mi abuela y que no es por nada, pero me queda delicioso.

Ese día fui al súper y compré un pedazo de calabaza de Castilla para hacer el dulce, llegué a casa y le quité todas las semillas porque no me gustan dentro del almíbar y las puse a secar para hacer pepitas saladas para comer; pero cuando estuvieron listas, decidí guardarlas. Pasó mucho tiempo y con esto de la pandemia retomé la idea de hacer un huerto en casa y lo primero que se me ocurrió germinar, fueron esas semillas, pensé que por ser del súper estarían muy chafas, por aquello de las semillas modificadas y los pesticidas, sin opciones para conseguir semillas, las sembré en almácigos de cartón de huevos, cuando tuvieron sus tres hojas las trasplante en tierra.

Conforme avanzó el crecimiento y el cuidado, comencé a desesperarme porque no veía que floreciera y hoy aplicando fertilizantes pude ver que ya tiene 4 flores, 3 machos y una hembra, sólo basta decir que estoy muy complacida y feliz.

Ahora debo asegurar que por lo menos la flor hembra se polinice para que mi calabaza empiece a crecer...

 

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